Solo nostalgia



 Diez años atrás hubo quien creyó que el mundo iba a sufrir una convulsión—la última, quizás por definitiva. Fue, ante todo, un extraordinario ejercicio adolescente de incomprensión de la realidad. El ciclo revolucionario se había cerrado en 1968– en el postrer episodio de revolución fallida (sin duda mejor que las triunfantes de 1917 y 1956) — pero la nostalgia impidió aquilatar el momento histórico.

Las teorizaciones sobre la creación de una subjetividad social —comunal— revolucionaria sirvieron para tapar los ojos a los ilusionados adolescentes — y a los mayores, también adolescentes. No había— y sigue sin haberla— una subjetividad social revolucionaria, solo viñetas de algún tebeo elevadas a iconos.

Solo algunos nos quisimos dar cuenta. El resto… ya tienen su épica nostálgica.