Recuerdos

 


Recordar significa etimológicamente ‘volver a pasar por el corazón’, lo que conlleva el concurso de algún  sentimiento. Esto viene a cuento del momento en que uno encuentra que el mundo o los conceptos confirman las ideas propias. Ese sentimiento de satisfacción — una satisfacción inflamada, casi flebítica — por creer que la realidad nos da la razón, cuando si fuese al contrario la inteligencia no se encendería para salir del error. Podríamos decir que en el fondo es un recuerdo lo que hemos tenido porque ya intuíamos lo que pensábamos — una manera muy suave de decir que desde tiempo atrás sosteníamos esos errores y prejuicios.

Desde luego se diferencia de la anagnórisis — que se da sobre todo cuando lo que observamos va en contra de nosotros mismos. La anagnórisis puede llevar al repudio, algo que nunca hará el recuerdo, que se ocupa de estrechar irracionalmente — cordialmente— los lazos.

Quizás por ello desconfío tanto de los momentos de satisfacción que encuentro en el acuerdo entre la realidad, o los conceptos, o las personas, y mis ideas. Son cordiales y ayudan a vivir en sociedad pero no son siempre ni racionales ni morales.