¡Por un lenguaje concreto!



Todos podemos observar que el lenguaje va haciéndose cada vez más abstracto. Los sustantivos abstractos cada vez copan más espacio -- y en mucho caso, espacio político. Pongamos por ejemplo el caso de los nombres de las calles.  Hasta no hace tanto, los correspondían a personas que habían destacado en algo: política, literatura, deportes, ... aquello que la sociedad -- o sus representantes -- consideraban importante. Los reyes y presidentes de Gobierno, los alcaldes también, eran los que más aparecían en el callejero. Últimamente -- a raíz de la pandemia -- algunos han propuesto nombres abstractos: calle de la Salida pública, es quizás el más representativo. No hace mucho, se habría propuesto el nombre de un médico o de un enfermero. No hace tanto el Ayuntamiento de Madrid decidió poner una plaza a Pedro Zerolo, activista por los derechos de los homosexuales. Parece ser que eso no va a seguir siendo. La ejemplaridad de las ya vale poco. Preferimos ideas abstractas.

Otro ejemplo es el que se refiere a los hombres y mujeres. Leemos y oímos 'el género femenino' o 'el género masculino'. "La mala situación del género femenino", podría ser un título común en estos días. Podrían haber escrito "La mala situación de las mujeres", más breve y concreto, pero hay quien prefiere lo abstracto.

Lo abstracto deshumaniza. No es lo mismo decir: "han matado a quince mil infantes del género humano en la guerra del Congo" que decir "han matado a quince mil niños en la guerra del Congo" o "continúan las palizas al género femenino" en vez de "continúan las palizas a las mujeres". 

La abstracción, ya lo dije, deshumaniza y hace que sea más fácil admitir los abusos de todo tipo.