La verdad no es amigable

 


Cuando observo las reacciones de algunos filósofos a la deformación que los políticos infligen a la lengua, pienso si no es malestar lo que sienten cuando se habla de la desfiguración a la que la someten los suyos — opuesto a la euforia que demuestran cuando se habla de la que ejercen los enemigos. En ese momento me vine a la cabeza el gran sinsentido del sintagma ‘uno de los nuestros’ cuando se habla de filósofos. No es ya que, en puridad, nunca pueda uno de estos tener a un político por uno de los suyos.  Ni siquiera un filósofo debería ser uno de los suyos, aunque esto la gente lo tomará como una postura radical. 

“Amicus Plato sed magis amica veritas” es ya solo un adorno que algunos — la grey pastoril — colocan en su solapa.