Tara


 Ante la pregunta de a quien debo creer, si a mis ojos o lo que él me dice, el clérigo siempre responderá que a lo que él dice. Una mala costumbre en mi mirada — lo que bien podríamos llamar un vicio — ha distorsionado mi visión y solo percibo lo que me resulta placentero. En muchas ocasiones, esa tara no es culpa mía sino heredada, pero vicio es que ha de ser erradicado, todo con el benevolente propósito de que vea lo que hay que ver y no mis fantasías.

Ante esto, siempre he pensado que mis taras, mis vicios y mis fantasías son mi verdadera identidad.