La gracia, la ligereza

 


Voltaire es una buena lectura en estos días — seamos exactos y justos, Voltaire es una buena lectura excepto en las ocasiones en que uno busca leer poesía. La correspondencia — lo que estoy leyendo estos días— es ligera, escrita con sentimiento y sinceridad, y nos muestra a una persona interesada y preocupada por sus amigos.

 Voltaire es un personaje complejo — lo profundo ama la máscara, dijo el filósofo. Voltaire desdeña a los poderosos pero quiere estar cerca de ellos, escribe que nada ya como ser libre y sortea las trampas de la sumisión sin dejar nunca de ser libre. Por encima de todo, escribe para agitar — esa tarea hoy en decadencia: hay que tener una gran inteligencia un ingenio poderoso para lograrlo y, miremos a nuestro alrededor sin compasión, los que hoy escriben ni agitan ni epatan ni escandalizan más que a los cuatro viejecitos intelectuales. Voltaire lo logró y escribió un maravilloso Diccionario filosófico, de recomendada lectura hoy que la filosofía crítica no pasa de ser un montón de libros de autoayuda.

Voltaire, sí, su correspondencia, sus años en su jardín de las delicias, su ingenio, sus cartas filosóficas. Su vida con luces y sombras, con relieve, porque sólo las sombras dan relieve a una vida. Los Santos y los héroes deslumbran con su claridad inhumana, las personas acogen entre sus sombras, aunque la duda nunca deje de estar con ellos, y con nosotros.