De la filosofía como vida feliz



 ¿Es la filosofía una consolación o un aprendizaje de la muerte? No tengo respuesta a la pregunta. Me gusta verla como una compañía en los momentos difíciles y en los momentos gratos de la vida, casi como si fuera una amistad. Desde luego es algo que proviene de la experiencia. 

La filosofía teorética es — bien lo sabemos a estas alturas de la historia— una filfa y un peligro. La teoría por sí sola admite cualquier salvajada y cualquier canallada. También lo abyecto. Ante la promesa de la salvación — no otra cosa es la filosofía teorética — el hombre acepta cualquier cosa.

La filosofía experiencial — por el contrario — no admite nada que sea contrario a la felicidad — a la eudaimonía. No va muy lejos pero lo poco que recorre lo hace teniendo en cuenta el bien humano. Es la diferencia entre David Hume y Karl Marx, a Hume sus coetáneos lo vieron incapacitado para adoctrinar a la gente; lo acusaron de escéptico —¡maravillosa acusación! — mientras que de Marx salen una buena cantidad de los totalitarismos del siglo XX — y las excusas para los genocidios en el Este: Ucrania, China, Camboya, ...

Con Marx, la filosofía sería la resignación a morir a manos de otro. Pero centrémonos en Hume y su filosofía como modelo de vida feliz y social.