Hibernar, como los osos





Hay pocas dudas de que este será el último domingo cálido de este otoño. Lo que le siga — la experiencia nos aconseja— serán días más fríos, encerrados en sí mismos, de los que la luz dorada —decadente— del otoño irá desapareciendo para dejar paso a la luz de cristal del invierno— luz que desconoce al prójimo.

Así uno cae en la tentación de aprovisionarse antes de que la tarde — negra, sorda— reine. Libros, comida, bebida, y un corte de pelo. Siempre me llamó la atención que los osos hibernaran.