Minimalismo

 


El minimalismo siempre sienta bien, más aún en tiempos miserable — estos, sin ir más lejos. Hay que despojarse de todas las etiquetas. Cuando escucho a alguien que se dice crítico o enciclopédico o ético o a favor de la educación o de la cultura, mi reacción es decir que yo no lo soy.

La putrefacción de los términos y los significados exige — para no ser un cínico — despegarse de toda esa retórica de la sumisión al Gobierno. Requiere también — en un impulso social — que surjan escritores que limpien el lenguaje de Todo es retórica el Lenguaje, al estilo de Carlos Barral, Jaime Gil de Biedma y Rafael Sánchez Ferlosio, aunque a gente así ya ni se le espera, baldía como ha quedado lo que en su tiempo fue la Cultura.