La tierra protectora

 


“Winter kept us warm, covering/ earth in forgetful snow” (Nos abrigó el invierno, cubriendo/ la tierra de nieve ensimismada) T.S. Eliot, La tierra baldía. Traducción de Luis Sanz Irles. 


El poeta – nos dicen –cuida de las palabras de la tribu, se preocupa de que no pierdan su sentido. Desde este lugar eminente es fácil deslizarse hacia la idea de que es el dueño de la ortodoxia. Muchos han actuado como guardianes.

A mí me interesa más esa cualidad protectora que apunta Eliot en La tierra baldía. Nos protege el invierno al cubrirnos con su nieve. La desolación exterior – cual una apocalíptica película de ciencia ficción avant la lettre – nos obliga a resguardarnos. Bajo tierra habremos de pasar tiempo hasta que vuelva la primavera – hasta que las palabras dejen de ser utilizadas como meras monedas de cambio, simples señales que no significan. Solo señalan topográficamente: tú – que usas tales vocablos – estás aquí; tú – que usas otros distintos – estás allá, en territorio enemigo. 

A esto se añade algo más serio que la proposición que Humpty Dumpty señalaba: ‘las palabras significan lo que yo quiero que signifiquen’. Es aún peor: Para algunos la palabra no vale nada y solo sirve para confundir a la gente y distraer el tiempo.

Ante esta tesitura, mejor el manto de la nieve ensimismada u olvidadiza, que protege las raíces y los bulbos: la vida invisible que nunca ceja.