Derrota


 No hay mayor derrota que la de tener que legislar la Historia. Después de la ebriedad inicial por la aparente victoria, es bien sabido que los hechos terminan por abrirse paso. En la España franquista el Gobierno intentó — mediante sus apéndices educativos — distorsionar la historia de España y del mundo. En la URSS Stalin — mediante sus propagandistas educativos — también lo intentó. En Cuba llevan 76 años de propaganda histórica en un ambiente cada vez más destruido. Permanece China — ¡el país que albergó el sueño de los impotentes revolucionarios españoles! — apoyada por la represión carcelaria — que Tampoco nunca faltó ni en la España de la dictadura ni en la URSS, como sigue siendo abundante en Cuba aún.

Solo el nostálgico — esa especie teológica que desconoce el desaliento — sigue soñando con la faramalla histórica de sus respectivas ilusiones. Llama historia a lo que es un decorado de cartón piedra, roído por las ratas.

Lo que diferencia a la España actual es que los nostálgicos no vivieron ese aquel, ni a diestra ni a siniestra