Anagnórisis



El momento — verdaderamente heroico— en el que uno se da cuenta de que el agit-prop es solo mercadotecnia y de que Foucault tenía razón cuando dijo aquello de ‘yo pienso capital, yo soy capital’. La mayoría ni entrevé la sombra del abismo acechando tras el concepto ni se atreve a mirar la luz alegre detrás de la convicción. Pocos — como Ícaro— no temen quemarse. 

Ser hereje es un destino no un castigo, como creen los pobres populistas.