La rentrée



Es difícil siempre – en estos tiempos aún más – no caer en el cinismo. Los que aplaudían todas las tardes a los médicos y a las enfermeras son los mismos que se han contagiado en verano a pesar de las recomendaciones que circulaban por aquí y por allá; los mismos también que han buscado un chivo expiatorio: los jóvenes han sido el gran chivo de este verano aunque quién sabe si no habrá otros.

Este es nuestro nivel de instrucción científica: menos que cero. En otros órdenes no sube mucho, incluso baja, por ejemplo en filosofía o en sociología. Se explica así la avalancha escrita que se nos avecina sobre la pandemia. Ya tuvimos algún aperitivo en medio de la misma. Ahora nos vienen el primer plato, el segundo, los quesos y el postre. La indigestión total.

“Este virus lo paramos unidos” o “De esta salimos mejores” (o cualquier otra consigna igual de cursi) quedan muy lejos, irreales, pequeños narcóticos de entonces que ahora ni siquiera servirán para asumir la derrota.

 

P.S. Mi previsión es que una semana o quince días después de que las fiestas provincianas de Valladolid (oficialmente suspendidas) hayan acabado, el número de contagiados se disparará (¡genial uso metafórico del verbo!). ¿La razón? Que unidos el virus lo propagamos. (Ahí queda el trasfondo del lema publicitario del gobierno).