Un modelo precoz de posmodernidad


Suspender la incredulidad o la desconfianza; según Coleridge ese era el requisito para leer una obra literaria. Hitchcock aprieta aún más los tornillos (por no caer en la gastada vuelta de tuerca). Obliga a James Stewart y Grace Kelly (en realidad – aunque debería decir en ficción – obliga a los personajes no a los actores) a torcer lo que ven para adaptar una versión particular (sesgada, otra vez la inconcreción semántica) de unos hechos que acontecen en una vivienda cercana, aunque lo suficientemente lejana (esta permite la fabulación), a la de ellos. 

Al final la suspensión de la desconfianza – en este caso de la desconfianza de lo que otros les dicen que ven (siempre las interpretaciones ajenas son peligrosas, son crítica literaria) – acierta y el vecino es un asesino. 

Aún no entiendo cómo La ventana indiscreta (Rear Window – ventana trasera) no es un modelo de la interpretación posmoderna de la realidad. La vida que hay es casi toda fabulada o vista a través de instrumentos fabuladores como la cámara de fotos (mal que le pese a Roland Barthes, con quien en martes ni te cases ni te embarques).

¡Cuánto mejor el desamparo cionaresco a la desilusión impostada del posmoderno!