Novelas de aventuras


Las novelas de aventuras están mal vistas – al igual que lo están las de humor o las pornográficas. En esta época nuestra en que muy poca gente lee el prestigio lo tienen las novelas densas, abstrusas, del tipo La montaña mágica o En busca del tiempo perdido, Faulkner también está aceptado en el club de los novelistas difíciles, y Virginia Woolf y Joseph Conrad. Muy distinto es el caso de esos novelistas de aventuras, Rudyard Kipling o Robert Louis Stevenson, cuyas novelas son geniales pero se las arrumba en la adolescencia, junto a Doña Agatha – mejor de lo que mucha gente cree – y los tebeos de tintín; el Corto maltés tiene un halo de héroe romántico maldito que lo eleva por encima de la mundanal contaminación.

Luego está Cervantes, que escribió una novela de aventuras, el Persiles, o la réplica de las mismas, el Quijote.