Elipsis


Sin elipsis no hay narrativa, leía años atrás. Esas, o parecidas palabras, que contenían una de las más azarosas y dificultosas enseñanzas: no hay que contar todo. Antes los ojos del lector ha de quedar siempre una zona de sombra. Ha de estar ahí, sin que el lector se dé cuenta, al menos hasta que llegue el final y entonces, en un acto de birlibirloque, el narrador muestra la escena completa. Para sorpresa del lector, siempre.