Cine, al fin


Abre, por fin, el cine. Al enterarme pensé que ya todo había vuelto a su ser. No es así, ciertamente – esta mañana en Correos he pasado tiempo suficiente como para desmentir la normalidad, la nueva normalidad y el estado de emergencia -- ¡cuánto gusta a determinado público el vocablo!: “¡Emergencia, estamos en estado de emergencia!” Tiene su ritmo eufónico – y poco más. 

Abre el cine – aunque a la apertura la acompañe Cinema Paradiso, una película que – siendo educado – diré que es cursi: la insoportable cursilada que tiene su fundamento en lo consabido. Toda la película es un paso tras otro por la senda de lo manido. ¡Quizás por ello guste tanto!

Si queremos homenajear al cine – que no sé por qué deberíamos hacerlo –qué mejor que proyectar alguna de las películas de Quentin Tarantino, o – si no queremos ser críptico – El ocaso de los dioses. La decadencia de una manera de entender el cine – en eso estamos ahora.