Película


Ayer, sesión de cine – quizás el invitado más ausente de esta temporada. Apenas lo he frecuentado. La razón es pedestre – o quizás no, quizás sea la sofisticación ya perdida de la sala de cine: la pantalla enorme, el sonido que ocupa el espacio y, sobre todo, la dedicación a una sola tarea. Ir al cine es un vestigio del pasado porque obliga a la concentración en una época de dispersión completa. En la sala solo se ve la película – es la inmersión total en otras vidas mientras afuera el mundo sigue con sus afanes cansinos. 
La película era El ángel exterminador, de Luis Buñuel – surrealista, cautivadora, claustrofóbica, extraña – como estos días, en el fondo. Con una ventaja, la ausencia de moralina y la ausencia de política. Dos ventajas, al final. Lo importante humano está -- siempre -- más allá de la política.