La alegría de vivir


En el autobús de vuelta a casa. Delante de mí dos chicas – estudiantes por lo que oigo – hablan con pasión de dativos y ablativos. Creo que tiene que ver con el cercano examen de ingreso a la universidad – un obstáculo más, en eso derivan estas pruebas: la educación como una carrera atlética.

Recuerdo el librito – breve y luminoso – de Clément Rosset: El lugar del paraíso. Rosset es de la estirpe de los humanos, solo humanos. Solo hay humanidad autónoma – que no desdeña la amistad – spinoziana, por supuesto – sin sentidos teleológicos que la animen en su vida y, por ello, alegre.

Una muestra: La existencia es fuente de alegría. Así de simple, así de inmenso. Nada la condiciona – la alegría de vivir es libertad. También, protección contra los clérigos.

Esa debe de ser la razón por la que a Rosset apenas se le lee. Prefieren a los que avientan el victimismo y las otras pasiones negativas.