Foucaultiana (y van...)


A las tempranas horas en que paseo la vida va recuperando su ritmo – extraño, sin duda, porque mucha gente no trabaja y a las 8 de la mañana está tomándose el café que fuera de la nueva normalidad no se tomaría ni pronto. Acostumbramos – un plural mayestático de poca frecuentación y más en situaciones tales – a tomar café antes de entrar al trabajo – casi siempre en una cafetería cercana; como si fuera un brebaje que nos dará la fuerza necesaria para enfrentarnos a la jornada laboral, y – cómo no –como medio de socialización a esas horas. En la nueva normalidad, el café es cerca de casa y no para ponernos en marcha sino para no perder una costumbre vaciada de sentido.
Mientras camino pienso que nunca había sentido la imposición ideológica gubernamental no violenta con tanta fuerza. El horario de tareas impuesto y los continuos eslóganes me recuerdan a los documentales sobre cualquier paraíso comunista – ya difuntos, por fortuna, con alguna excepción: Corea del Norte, Cuba, Vietnam, China. Podríamos resumirlo en la frase -- algo extensa, lo sé: 'Sé feliz obedeciéndonos, nosotros cuidamos de tu salud física y nos apropiamos de tu pensamiento'. ¡Cómo si no entender los eslóganes que solo pretenden cambiarnos el llamado marco mental de referencia!