El silencio falso


El silencio – el falso silencio – del que nos han hablado en este encierro es solo una versión posmoderna – y muy antigua y muy rancia – de la imagen del campo bucólico – hoy dirían la naturaleza, dejando de lado – unos conscientemente y otros en su ignorancia – que en la naturaleza hay – sobre todo – muerte, que el inestable equilibrio natural se resuelve siempre en muerte. Que así será al final, irremediablemente, o lo que es lo mismo, naturalmente.
El silencio idílico dicen, desconociendo el significado primigenio del término, no es tal. Ha habido ruido – se ha ido incrementando el ruido conforme pasaba el tiempo, conforme los mecanismos de represión se ponían en marcha. Represión – bien lo sabemos, no física sino ideológica, represión que busca el consentimiento de toda la sociedad, la sumisión, la asunción subjetiva del control y de la vigilancia.
La televisión como medio de formación de masas – Agustín García Calvo lo analizó – no ha dejado de funcionar. En pleno mediodía o en la alta madrugada cuando las luces de la ciudad apenas iluminan esta realidad utópica – extraña por lo mismo – el ruido televisivo no ha cesado. Las consignas repetidas mil y una veces – cientos de millones de veces – a cualquier hora del día.
La traición de los clérigos, que escribió Julien Benda, renovada en esta época posmoderna.