Basura


El ecologismo – me temo – ha terminado por convertirse en uno de esos afanes talismán que necesitamos pero a los que tampoco prestamos verdadera atención. Es bonito, está de moda y con él demostramos buenos sentimientos: entre cuidar un perro y matar un toro, ¡quién no prefiere el cuidado del perro! No es incompatible con luego comer estofado de carne de toro o un pollo al horno criado en una granja industrial. 

Durante la epidemia nos hemos alegrado porque los animales hacían incursiones en los arrabales de las ciudades – ¡nunca volvieron!, aunque solo sea por el hecho de que nunca vivieron en ellas. También nos hemos congratulado porque el nivel de ruido bajó – algo falso, solo cambió la frecuencia y el canal.

También hubo quien dijo que generábamos menos basura. ¡Qué falsedad! Si algo ha demostrado el encierro es que somos la sociedad de la basura – en algunos casos no solo de la producción.

Lo dijo el poeta, la humanidad no puede vivir demasiado tiempo en la realidad. Necesita escapes. El del ecologismo es uno de esos sueños.