Urbano


Quien no encarrila su vida sueña con un huerto y una vida alejada del mundo – estando conectado —, con la vida prístina, los sentimientos acordes con la Naturaleza – siempre en mayúsculas— El sueño de la impotencia. 
Por fortuna somos urbanos. En la ciudad – anónima y peligrosa – se desarrolla el ser social. En el campo, la misantropía del asustado.
Vuelven los sonidos de la ciudad – el pulso arrítmico pero vivo y vital de las personas. En la ciudad no hay vacas.