Tardes de fin de semana


Las tardes pasan veloces – en especial las del fin de semana. En esto – por lo que vivo – no ha cambiado la vida. El tiempo es el mismo todos los días pero el cómo lo vivo es distinto. Las tardes de sábado apenas si las siento, las de los domingos suelen venir acompañadas de la desgana adolescente – ese tiempo en que el fútbol me era aún más insoportable y la perspectiva de volver a convivir con algunos compañeros en el colegio el lunes me resultaba desagradable. Estudiar en casa me gustaba, algunas clases – geometría, geografía – también; el recreo, no. Quizás esto explique que no me gusta ir a tomar un café en el trabajo a media mañana.