Patrimonio


En la década de 1980 un grupo de militantes de la izquierda radical – entonces se le llamaba extrema izquierda – se encargó – como acusación popular – de que se investigara y juzgara a los miembros del GAL. Este era un grupo terrorista financiado y dirigido desde el gobierno socialista. En aquel entonces el gobierno – y con él el PSOE – acusó a todos los que formaban parte de la acusación popular – Gabriel Albiac entre ellos – de fascistas.
Hoy en día el gobierno – socialistas e izquierda radical unidos por el populismo – vuelven a acusar a quienes los señalan y protestan contra ellos. Por ejemplo a José Luis Campuzano, Sherpa, bajista de Barón Rojo en su primera época. También lo tildan de fascista – o en su versión castiza, facha.
La diferencia es que antes la izquierda radical era la acusada y ahora es la que acusa. El cargo o insulto es el mismo: fascista. El corolario es que fascista – o facha – nunca tuvo en la España democrática un sentido descriptivo. Fue solo un sambenito para señalar y apartar a quien pudiera molestar.
Otro corolario es el sentido patrimonialista que la izquierda radical tiene de la protesta y los movimientos sociales.