Nueva normalidad


Ayer entré en el supermercado de eso que – burocráticamente – se denomina gran superficie: un espacio vacío de significado donde se amontonan comercios de toda índole. Algunos dirán que es un no-lugar; en realidad es el Lugar. En estos días se nota mucho más – la ausencia de ruido y la mínima presencia humana subrayan esa característica utópica del Lugar.
Éramos pocos caminando en fila india – absortos la mayoría quizás por la frecuentación; yo avanzaba a paso lento detrás de otro manteniendo la distancia de seguridad, en medio de la penumbra por el pasillo acotado con cintas de plástico. Al entrar en el supermercado había que lavarse las manos para luego hacer la copra sin mucho entretenimiento – la severa vigilancia invitaba a la premura.
No pude evitar pensar en Metrópolis y sus multitudes silenciosas, obedientes, ordenadas. Cada uno tiene sus marcos de referencia – otra expresión burocrática – y la mía incluye cine y conocimiento de los totalitarismos del siglo XX – conocimiento de la ideología pero también del modo en que se impone: el retorcimiento del lenguaje, la dirección piscológica hacia un determinado modo de ver la vida, el burocratismo – la Nueva Normalidad, en suma.
Naturalmente, el Poder siempre cuenta con una minoría que le justifica para tomar las decisiones más impopulares: los disidentes son también – a su manera infantil y consciente – normalizadores que el Poder utiliza.