Amor fati


Leo el Times Literary Supplement y encuentro un verso de Eugenio Montale, del poema “Estío”: “Se necesitan demasiadas vidas para hacer una” y pienso en que también en una sola hay varias escondidas, aunque a lo mejor son solo retales. Mi vida es retales de mí mismo, incapaz como soy de mantener la tensión y el rumbo. Me gusta demasiado lo que hay afuera, lo que está más allá — sin retóricas ni exageraciones emocionales (patetismo vulgar, en el fondo) — para continuar el camino que tengo delante. Este es el amor fati, el destino que tengo reservado.
Luego caigo en recordar a William Wordsworth, y su verso “El mundo está en demasía con nosotros” y la respuesta de Denise Levertov, dos siglos después, “Nunca tenemos suficiente mundo con nosotros”, dando testimonio del fracaso romántico.
La vida — la nuestra y la de los demás, y en ese demás debemos incluir la naturaleza — es lo único cierto. Pedir el regreso del organicismo social y natural — abolir la división del cuerpo y el espíritu, del yo y los demás, del hombre y la naturaleza — es tarea condenada al fracaso y al resentimiento.
La vida: ese ir de aquí para allá sin rumbo ni razón, simplemente disfrutando el ser en este momento.