Vida afirmada


Escribo desde la cama como si fuera un día festivo o perezoso, aunque no es ni lo uno ni lo otro. Por la ventana veo el lento amanecer. Parece que a estas alturas del año le cuesta más al día recuperar su claridad. Sigo deshaciendo – con gusto – los hilos de la antología, tan lejana y regresada ahora a mí por un golpe del destino – al que ahora es difícil llamar fortuna. Leo a Pedro Salinas y a Jorge Guillén afirmando el mundo en lo que tiene de cumplimiento humano. 

La vida, más feroz que toda muerte,
Continúa agarrándose a estos arcos,
Entre pulmón y atmósfera

escribió a comienzos del siglo anterior Jorge Guillén, y parece que lo hubiera escrito con ocasión de la pandemia. Eran versos exactos, delineados, con un contorno rítmico preciso y pulcro.
Salinas y Guillén – desconozco si hoy en día son muy leídos, aunque me temo que no, que más allá de los famosos, a los poetas nadie los lee, menos aún a estos dos, vitalistas, alegres afirmadores de la vida humana contra la oscuridad y contra lo negativo – cumplieron su destino como poetas profesores, poetas de renombre – entonces, no ahora – sabedores de que poseían un don al que la gran mayoría no alcanza y, en muchos casos, solo intuye.
Salinas – el enamorado Salinas – huye de las vagarosidades románticas, de los claros de luna y los lánguidos suspiros. No caben en la radical afirmación de la vida que es el amor, un amor que es contemplación: “yo te estoy viendo mirar” y que es alegría: “¡Qué alegría más alta/ vivir en los pronombres!” para poder afirmar. “Te quiero pura, libre,/ irreductible: tú.”
Habrá quien piense que en estos días no cabe tales efusiones vitalistas. Son los sombríos cejijuntos de siempre, los que, a pesar de estar vivos, solo piensan en la muerte y en lo desgraciados que son. Para ellos – estoy convencido – no se hizo la poesía ni la afirmación de la vida. Para ellos no es el mundo sino su sombra. Ignoran que, a pesar de todo, el mundo sigue y en breve los cerezos japoneses florecerán – aunque este año no podamos acercarnos adonde están y contemplar lo maravilloso renacido.