Una vida moral


Un lugar común, cuando se trata de pandemias, es traer a colación – más o menos forzada – La peste de Albert Camus. No he hecho una búsqueda – tampoco me interesa especialmente – para tener una idea aproximada de las veces que se ha citado la novela en estos últimos tres meses, por ejemplo; desde el momento en que algunos comenzaron a ver las dimensiones de la catástrofe. Imagino que serán muchas.
Solo he leído un artículo sobre el tema. Lo publicó Robert Zaresky en Times Literary Supplement hace unas semanas. En un principio me llamó la atención la crítica desdeñosa de Roland Barthes (se sigue cumpliendo el adagio que repetíamos en nuestros años de estudiantes: “Con Roland Barthes, ni te cases ni te embarques”). Barthes abominaba de la relación que algunos críticos había establecido entre la peste camusiana y la ocupación nazi de Francia. Señalaba que así se convertía un hecho histórico en un acontecimiento fuera del tiempo. Le acompañaban otros críticos que alertaban de los peligros de convertir una ideología genocida en un fenómeno de la naturaleza.
En otro lugar – no en otro bando – se sitúa Iris Murdoch, escritora y profesora de filosofía a quien los existencialistas le atrajeron lo suficiente como para dedicarles muchos años y cuartillas. Señala que para Bernard Rieux ver el mundo con claridad es verlo moralmente. Rieux – si no me traiciona el recuerdo – alerta de una afección desconocida de la que cada vez más gente está enfermando. El Gobierno le pide que se calle. Él sin embargo continúa con las advertencias aun a pesar de los riesgos que corre. No ve en ello nada heroico, es la decencia la que le impulsa a hacer bien su trabajo. Señala la importancia de mantenerse fiel al significado de las palabras y no torcerlas para lograr una victoria – siquiera sea temporal – frente a los contrarios. Rieux es el ejemplo moral opuesto a Humpty-Dumpty, para quien las palabras significan lo que él quiere que signifiquen. Para Rieux las palabras no son un significante vacío que podamos rellenar a nuestro gusto. Tienen un significado que hemos de respetar y al que hemos de atenernos.

Eso es vivir moralmente.