La muerte, la poesía


Sigo con la antología de poesía del 27 que leí en COU – muchos años atrás, tantos que he olvidado casi todo y solo logro recordar sensaciones. Vicente Aleixandre es un poeta que – me da la impresión -- está olvidado, más olvidado de lo que merece su poesía. Fue un hombre importante porque apoyó la poesía que iba surgiendo en España desde los años 40 hasta su muerte. Sin embargo, parece que, a partir de un determinado momento – la Generación del 50, si la denominación aún significa algo – los poetas prefirieron a Luis Cernuda y Aleixandre – su magisterio poético, no el apoyo social – cayó, hasta quedar casi olvidado. Esto lo digo siendo consciente de que apenas sé nada de la vida social literaria en España. En lo que he leído – en la poca poesía que aún leo – Aleixandre no resuena como sí lo hace Cernuda. Resuenan también muchos de los poetas de los 50. A Juan Ramón Jiménez tampoco lo oigo en los poetas contemporáneos. No debemos dejar de lado la hipótesis de que yo esté un tanto sordo.
Todo esto venía a cuento de que leyendo a Aleixandre, he encontrado un poema – “El viejo y el sol” – cuyos últimos versos son pertinentes en estos días de tragedia. Solo un grandísimo poeta es capaz de lograr esto:

              “… Pero a veces no veía sino un sutilísimo
              resto. Apenas un levísimo encaje del ser.
              Lo que quedaba después de que el viejo amoroso, el viejo dulce, había pasado ya a ser la luz
              y despaciosamente era arrastrado por los rayos postreros del sol,
              como tantas otras invisible cosas del mundo”