Paseos y escritura


La prolongada quietud ha tenido – creo – un efecto — no sé si bueno — en mi escritura. Hay una menor dispersión, como si la imposibilidad de pasear frenara también mis vagabundeos mentales. Apenas divago y voy a lo concreto de una manera exacta buscando – aunque no lo consiga – la pulcritud. Es – desde luego – un estilo forjado mediante un modo de vida.
Dicen ahora que podremos pasear entre las 6 y las 10 de la mañana. ¡Nada mejor que madrugar para darse un paseo! Volver a ver la ciudad cuando aún no está del todo en marcha, evitar las aburridas horas del mediodía. ¡La dulce promesa del día haciéndose!