Las palabras


Siempre me han gustado los diccionarios. Parecen libros inútiles, mamotretos que tienes en las estanterías para que se cubran de polvo que solo muy de vez en cuando abres. Mucha gente solo tiene uno en casa. Yo tengo varios, incluso varios de una misma lengua. El de la RAE, el María Moliner, el ideológico de Calleja, el Larousse, el Oxford, el Collins, el Webster. Los lexicógrafos tienen una tarea apasionante: compilar el léxico y dar de cada término la definición exacta tanto en contenido como en expresiva. Últimamente la exactitud expresiva va perdiendo fuerza. Parece que se conforman con que se entienda. Olvidan que no se trata solo de comprensión – que es fundamental – sino de expresión también. Una definición léxica no puede estar expresada con imprecisión ni con vulgaridad en el lenguaje.
Todo esto venía a cuento de que con la epidemia – al igual que con tantas otras causas – vuelvo a consultar el significado de las palabras. Esta vez se trataba del término kamikaze. Lo están utilizando mucho al referirse al personal sanitario – ¿por qué no decir sanador? Hay quien rechaza la palabra. No son kamikazes porque no tienen la intención de estrellarse voluntariamente. Olvidan – o desconocen – que en español también significa “persona que realiza una acción temeraria con propósito suicida o con riesgo de su vida”. Médicos y enfermeros han estado trabajando estas últimas semanas poniendo sus vidas en gran riesgo – ¡qué duda cabe!
Han sido kamikazes aunque lo hayan sido involuntariamente o contra su voluntad.