La vida desde las ventanas


Hace ya años acepté que en mi vida yo era el que se acodaba a la ventana y miraba la vida pasar. “Vivir es ver pasar”, escribió Azorín, un maestro de la prosa clara y exacta – tan lejos de nosotros. Estos días – que serán semanas e incluso meses – esa es nuestra vida. El otro día, de vuelta de la compre, escuchaba a unas mujeres conversando. Cada una en su ventana con la mirada en el horizonte perdido aportaba sus ideas o sus comentarios o sus denuestos. Al alzar la cabeza las vi. Cada una en una ventana de distinto piso: como su fueran una escultura de algún edificio de arquitectura vanguardista. Ni cariátides ni gárgolas: mujeres detenidas hacia el horizonte dejando pasar el tiempo, desprendiéndose de la vida ahora inmóvil. Siempre es así, me digo, siempre nos desprendemos de la vida; solo ahora parece que no sobra, que no la gastamos.
En un poema Jorge Luis Borges dejó escrito para el futuro:

No haber caído,
como otros de mi sangre,
en la batalla.
Ser en la vana noche
el que cuenta las sílabas.