El amo



Los días de lluvia son la extensión desconocida de esta reclusión, que ya nunca será clausura porque los medios telemáticos, unidos a la radio y la televisión, han logrado lo que hace treinta años era impensable: estar juntos en la distancia. Los periódicos son cosa distinta. Un periódico aún sirve para informar – aunque también en ellos haya quien quiera manipular, sobre todo en los surgidos al socaire de la indignación obediente en 2011. Con el periódico uno lee los hechos y la opinión – aún en muchos hay una diferencia clara – cada vez más difusa – entre opinión e información – y luego puede pensar en lo leído y comparar entre periódicos. La televisión – desde hace ya tiempo pero mucho más estos días – es solo un púlpito donde el gobierno sermonea a los ciudadanos; entre sermón y sermón, algunos se afanan en el simulacro de la normalidad con leves toques de ‘emergencia’ para disimular.
De las redes sociales me mantengo alejado: entre los apocalípticos y los integrados, son lo que siempre fueron: un albañal. Hay excepciones, cada vez tan raras que ni siquiera merece la pena pringarse en el lodazal. Supongo que cuando el gobierno haba de guerra se refiere a ellas, a ganar la batalla de la opinión en las redes sociales. En eso ha quedado la acción comunicativa del gobierno. En eso y en pedirle a sus ‘amigos’ de los periódicos –quizás ni hayan tenido que pedirlo y haya sido un movimiento espontáneo – que los defiendan aun contra lo racional. 
En Estados Unidos y en el Reino Unido la prensa ataca inmisericorde a Donald Trump y a Boris Johnson, dos populistas que han llevado a sus conciudadanos al despeñadero. Habrá también periodistas áulicos, no lo dudo, pero la fuerza del periodismo independiente sobresale. En España, con un gobierno también populista que ha llevado al país a liderar el número de contagiados, ingresados y fallecidos, aún hay quien cuestiona la crítica al gobierno. ‘Hay que estar siempre contra el poder’, vociferaban no hace tanto los mismos que ahora se someten a los dictados del Gobierno. Yo prefiero recordar lo que el 3 de diciembre de 1969 en la Universidad de Vincennes dijo Jacques Lacan: “Ce à quoi vous aspirez comme révolutionnaires, c’est à un maître. Vous l’aurez”. Ya lo tienen.