Presentación


Imagino que si de algo no peco es de original, tampoco de novedoso. Y sin embargo, aquí estoy, una vez más, después de un tiempo de descanso, necesario sin duda alguna. Este cuaderno tiene una causa de su existencia muy clara. el estado de alarma decretado por el gobierno. También tiene una razón de ser: el gusto por la escritura; el convencimiento, un tanto obsesivo, de que poner por escrito las ideas,– al igual que leerlas — es una actividad humana que nos aleja de lo animal y nos lleva a lo civilizado; siempre incompleto el acercamiento, lo sé, pero no por ello vamos a abandonarlo.
Así que empezaré con la epidemia como excusa y con la esperanza de que la vida — quieta ahora y no muy movida el resto de los días pasados y los venideros — ensanche el horizonte de este cuaderno. Siempre son necesarios lo buenos deseos — los píos deseos de que escribía, irónicamente, Jaime Gil de Biedma. Aunque de él prefiero recordar ese reconocimiento desengañado de lo poco que, en el fondo y al final, somos:
“Pero ha pasado el tiempo
y la verdad desagradable asoma:
envejecer, morir,
es el único argumento de la obra”